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No puede determinarse el momento de fundación
de la diócesis de Pamplona, pero la primera mención
de un Obispo de Pamplona se registra en las actas del
III Concilio de Toledo,
en el año 589, en el
que se produjo la conversión del pueblo visigodo al catolicismo
y la unificación religiosa de España.
A lo largo de la historia, la organización eclesiástica
se ha basado en el principio de adaptación a las realidades
políticas. Sólo cuando los cambios políticos se consolidaban,
la Iglesia procedía a adaptar sus estructuras a las nuevas
realidades políticas. Por eso la diócesis pamplonesa quedó
inicialmente adscrita a la provincia eclesiástica de Tarragona,
que coincidía con la provincia civil del mismo nombre,
forjada en época romana y conservada por los visigodos.
A raíz de la invasión musulmana en el año 711 y durante
más de un siglo, no hay noticias de los Obispos pamploneses
aunque la presencia musulmana, por lo demás fluctuante
durante el siglo VIII, no tuvo que suponer necesariamente
una interrupción de la serie episcopal. La reaparición
de un Obispo en el año 829 coincide con los primeros impulsos
que condujeron a la creación del reino pamplonés.
Sin embargo la ajetreada historia de la monarquía pamplonesa
en los siglos altomedievales y los abundantes cambios
fronterizos que conoció impidieron una coordinación con
la organización eclesiástica, que no se modificó al mismo
ritmo.
El distrito de Tudela, que pertenecía al reino moro de
Zaragoza, fue asignado tras su recuperación en 1119 por
Alfonso I el Batallador, a la diócesis de Tarazona, con
la sola excepción de la parroquia de Cortes, adscrita
a la diócesis de Zaragoza.
En Tudela se erigió una Iglesia colegial regida por abades
y priores que a partir de 1239 se denominaron deanes y
proyectaron su autoridad sobre varios pueblos limítrofes.
Desde entonces, la máxima aspiración de Tudela es llegar
a ser Diócesis independiente.
Tras la reconquista de Tarazona, su primer Obispo fue
Don Miguel Cornel, que rigió la diócesis durante treinta
y tres años.
En torno a 1330 Felipe III de Evreux intentó que Tudela
se convirtiera en una nueva sede episcopal, cuya diócesis
incluiría el deanato y los territorios que Tarazona tenía
en Navarra; pretendía adecuar las fronteras religiosas
a las civiles aunque la oposición del rey Aragonés Alfonso
IV paralizó el proyecto, fue después Felipe II el que
intentó que Tudela se convirtiera en obispado (1597),
al que se incorporaran los territorios navarros de Tarazona
y algunas parroquias de Pamplona, pero la muerte de este
rey en 1598 hizo fracasar el proyecto, pues su hijo Felipe
III no lo consideró oportuno y ordenó suspender las gestiones
en 1599.
A finales del siglo XVIII se produjeron retoques en la
geografía eclesiástica española y una de las zonas más
afectadas fue Navarra.
El desarrollo de la ciudad de Tudela y el incremento de
las disputas entre sus deanes (después de una larga sucesión
de deanes, el deanato tudelano quedó vacante desde 1757
en que murió Valdemoros) y los Obispos de Tarazona. aconsejaron
la segregación.
Pío VI erigió la diócesis de Tudela mediante la bula Ad
universam agri, de 27 de marzo de 1783. Le asignó como
territorio el del deanato, pero no le añadió las restantes
parroquias que Tarazona tenía en Navarra; además la segregó
de la provincia eclesiástica de Zaragoza y la adscribió
a la de Burgos.
El primer Obispo de Tudela, Don Francisco Ramón de Larumbe
y Mondragón, fue preconizado en 1784, e intentó que se
agregaran al nuevo territorio todos los pueblos de Navarra
que correspondían a la jurisdicción de Tarazona, solicitud
que fue desestimada.
El segundo Obispo de Tudela, preconizado en 1797, con
fama de sabio, fue Don Simón de Casaviella y López del
Castillo.
Después del fallecimiento en marzo de 1816 del segundo
Obispo tudelano, un año permaneció el obispado sin cabeza
visible hasta que en abril de 1817, fue preconizado Don
Juan Ramón Santos de Larumbe y Larrayoz, que falleció
el 3 de octubre de 1818.
Seis meses estuvo vacante la sede tudelana hasta que fue
preconizado Don Ramón María Azpeitia y Sáenz de Santa
María, el cual fundó el Seminario Conciliar. Este Obispo
Azpeitia falleció en el año 1845 y ya para entonces se
estaba gestando un concordato, razón por la cual la diócesis
tudelana permaneció vacante.
En 1851 fue firmado el "Concordato celebrado entre su
Santidad el Sumo Pontífice Pío IX y S. M. Doña Isabel
II, Reina de las Españas", concordato que suprimió la
diócesis de Tudela.
Desde el fallecimiento en 1845 del Obispo Azpeitia, ejerció
el cargo de vicario general, sede vacante, don Cosme Marrodán
y Rubio hasta 1858 en que fue promovido a la sede de Tarazona.
Desde este momento y hasta 1955, los Obispos de Tarazona
fueron administradores apostólicos de la diócesis de Tudela.
El Obispo Soldevila fue sucesor de Marrodán. En 1933 el
arciprestazgo de Tudela estaba constituido con los pueblos
de Tudela, Ablitas, Fontellas, Murchante, Murillo de las
Limas, Ribaforada, Urzante y Pedriz. EL clero estaba presidido
por el deán Don Luis Blanco Cariñena, que ejercía de arcipreste.
Por decreto consistorial del año 1955, la diócesis de
Tudela, sin detrimento de su rango, fue incorporada a
la de Pamplona, cuyos arzObispos (desde este año) son
los Administradores Apostólicos de la diócesis tudelana,
aunque durante el período comprendido entre 1959 y 1969,
la sede tudelana fue dotada de un Obispo auxiliar, don
Angel Riesco Carbajo.
Después de varias reorganizaciones coincidentes con los
cambios operados en la sociedad española y las sucesivas
situaciones políticas, Juan Pablo II promulgó la bula
Supremam exercentes el once de agosto de 1984, que unía
de forma definitiva las diócesis de Pamplona y Tudela
y encomendaba su gobierno a un mismo prelado, con el título
de arzObispo de Pamplona y Obispo de Tudela. |
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